Cada vez que llega a casa, Warren Ovalle se lava las manos siete veces. No le tiene miedo a la covid-19, pero aún puede sentir la suciedad de los años que pasó en su celda de aislamiento. “Cuando no te sientes bien por dentro, no te sientes bien por fuera”, dice. “La prisión está tan sucia que siento que tengo acumulación de suciedad en mi”. Ovalle solo tenía permitido darse una ducha de 10 minutos una vez por semana. Tres años más tarde, su higiene se volvió excesiva y ahora dice tenerle fobia a los gérmenes.
Cada día, alrededor del 9% de las 48.000 personas en las 54 prisiones del estado de Nueva York están encerradas solas en una celda de aislamiento. Pueden pasar meses o incluso años sin ninguna interacción social. Múltiples estudios muestran que este tipo de castigo puede provocar ataques de pánico, ansiedad, depresión, psicosis, aislamiento social, estallidos de violencia y suicidio, incluso años después de haber sido liberados.